Antes de partir hacia la curandera y hacia las estrellitas en la boca: me diste dos barriletes. Yo los guardé en el bolsillo de mi camisa, junto con el mapa de la jornada que íbamos a vivir juntos.
Encontramos una bolsa con rayos de sol y los sembramos en la plaza que más te gusta y rajamos a comer algo.
Con el tanque de energía lleno inventamos las reglas de un juego que mezcla fútbol y escondidas, juego al que jugamos y perdí por goleada.
De vuelta en nuestra galaxia, en la plaza que más te gusta, ayudamos al calesitero a que no caiga en manos de la mafia rusa. Cuando se fueron los rusos -y los chicos también- nos invitó a conocer el lugar donde se guardan las calesitas por las noches, cuando nadie las ve.
Te gustó mucho.